¿En Quién Confiar…?

Los siguientes textos de la Palabra de Dios, nos enseñan que no debemos confiar en las siguientes cosas para guiarnos con Dios y estar con él.



¿En el corazón? ¡NO! Porque:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?” Jer. 17:9. En cuestión de fe, no podemos confiar en lo que nos dice nuestro corazón, si queremos agradar a Dios.

¿En los hombres? ¡NO! Porque:

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” Jer. 17:5. Este versículo nos enseña que, si queremos agradar a Dios y encontrar la verdad de él, no debemos poner nuestra mira primero en los hombres

¿En nuestros pensamientos?

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos…” Isaías 55:8 “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad.” Sal. 94:11

¿En lo que aparentamos ver?

“Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían,…” Marcos 6:49, 50 La palabra “apariencia” significa entre otras cosas: lo que parece ser y no es. Es por esta razón que no debemos confiar en lo que a primera vista vemos. En el versículo 50 de Marcos 6, la palabra “veían” es traducción de la palabra griega: “dokeo” y significa: suponer, pensar, formar una opinión, que puede ser correcta o incorrecta. Esto nos indica que los apóstoles formaron una opinión basada en lo que veían a primera vista, pero no era correcto lo que habían pensado sobre lo que vieron.

ENTONCES, ¿EN QUÉ DEBEMOS CONFIAR?

La única fuente confiable en la que debemos poner nuestra fe si queremos agradar a Dios, nos la dicen los siguientes textos, léalos con atención.

En el Señor Jesucristo

Hebreos 1:1-3.

En la Palabra de Dios.

Juan 12:44-48

Debemos hablar conforme a la Biblia.

1ª Pedro 4:11.

Debemos sujetarnos a lo que ella dice y no pensar más de lo que está escrito.

1ª Corintios 4:6
Debemos confiar en el conocimiento que recibimos a través de su palabra y no en las apariencias.
2ª Corintios 5:12.

En conclusión, la única fuente de confianza para agradar a Dios, es la que encontramos en su Palabra, el Nuevo Testamento.