¿CONOCES A CRISTO?

¡Hola! hermano, oye, ¿Conoces a Jesucristo? Quizás te parezca una pregunta absurda, pero, sí, te estoy preguntando que si conoces a Cristo. Tal vez tu respuesta es que Sí ¿verdad? Pero, ¿realmente le conoces? La palabra “conocer” no significa ver o haber oído de alguien o algo, sino que esta palabra va más allá de eso, pues su significado es: vivir en la intimidad con tal persona o cosa; esto quiere decir, que el conocer algo o alguien es conocerlo a la perfección.

Por ejemplo: El médico sabe que para quitar el dolor de cabeza, basta con tomarse dos aspirinas, porque él sabe que lo que contienen las aspirinas le ayudarán a eso. El esposo que “conoce” a su esposa, sabe qué es lo que le gusta y busca cómo agradarle, sabe qué ropa, qué comida, qué película, qué tipo de zapatos, etc. le gustan; qué la pone triste y pensativa. Esto es “conocer”. Ahora, volviendo a nuestra pregunta, ¿conoces a Cristo, hermano? Conocer a Cristo es saber lo que él quiere, es saber lo que él más desea, lo que él hizo, dónde se encuentra y, saber quién es él. En Mateo 14:34-36, se nos relata que Jesús y sus discípulos llegaron a la tierra de Genesaret, y nos dice Mateo que cuando entraron, apenas llegaron, y lo vieron a Jesús, los hombres “conocieron” que era Cristo, conocieron que era el único que tenía poder para sanar a los enfermos, el texto dice:

ALGUNOS EJEMPLOS

“Cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que le tocaron, quedaron sanos” Mateo 14:35, 36.

Mateo nos dice que estas personas conocieron que Jesús era el único que podía sanar a los enfermos, era el único que podía librarlos de esa enfermedad que les agobiaba la vida. Piensa hermano, quizás entre esos que fueron sanados había personas que tenían toda la vida enfermos, y cuando vieron a Jesús, quien los podía librar de esa enfermedad, corrieron a él y le rogaron que los sanara. ¡qué hermoso! Pero, pensemos un poco en el cambio de la historia; en que los hombres que le conocieron a Jesús en esa tierra, los que fueron a esparcir la noticia de que el único que los podía salvar de la enfermedad estaba ahí, pensemos qué hubiera sucedido si ellos no hubieran esparcido la noticia ¿Qué hubiera pasado con aquellos enfermos? simplemente no hubieran sido sanados ¿verdad? ¡Qué labor tan importante hicieron estos hombres! pues fueron el medio para que los enfermos supieran que cerca de ellos se encontraba el único que tenía el poder de sanarlos.

Estos casos de que Jesús sanó a muchos enfermos, son porque eran parte de su ministerio terrenal, pues él vino a sanar a los enfermos, y a libertar a los cautivos (Lucas 4:16-21). Este pasaje nos relata que Cristo sanó a muchos enfermos físicamente, hoy los sigue sanando según su voluntad y cuando sus hijos se lo pedimos en oración, PERO, hay algo más importante para él que el sanar a los enfermos físicamente, y esto es que, él quiere sanarlos espiritualmente.

EL MUNDO ACTUALMENTE

En el mundo de hoy, muchos son los que están enfermos espiritualmente, estos están muertos espiritualmente porque están en pecado (Efesios 2:1, 12) pero muchos de ellos no saben que Cristo, el único que los puede sanar de esa enfermedad, está cerca de ellos, él está llamando desde hace mucho tiempo a la puerta, esperando que le dejen entrar para sanarlos (Apocalipsis 3:20) pero ellos no se han dado cuenta de esto y solamente los que le “conocemos” a Cristo podemos darles la noticia de que cerca de ellos está el único que los puede sanar de su enfermedad espiritual en la que están.

CONCLUSIÓN:

Ahora, te pregunto nuevamente, ¿Conoces a Cristo? Si tu respuesta es sí, entonces me imagino que has entendido que debemos salir a anunciar que Cristo quiere salvar a las personas de la enfermedad espiritual en que están y lo estás haciendo ¿verdad? Si no lo estás haciendo, quiere decir que realmente no “conoces” a Cristo. La tarea de predicar el evangelio es para todos los que somos Cristianos, no sólo para algunos, haciendo eso, mostramos que verdaderamente conocemos a Cristo el Señor.

¡Comuniquemos que conocemos a Cristo!